sábado, agosto 29, 2009

Un día de aquellos

El día de hoy ha sido uno de aquellos y trataré de contarlo con detalle para que ustedes se den cuenta de que las cosas suceden porque tienen que suceder y no porque están planificadas.
Nos levantamos temprano porque el equipo de pintores llegaba, supuestamente , a las 8 de la mañana. A las 9 llamó el jefe de la cuadrilla para decir que habían tenido un atraso (evidente, no?) y que llegarían en cuanto pudieran. Aproveché el impasse para poner los frijoles al fuego. Apenas llegaron salimos volando a comprar el refrigerador nuevo para remplazar el que está en la casa, ya viejito. Al llegar al almacen nos dicen que, si pagamos en efectivo nos hacen un descuento del trece por ciento ... o sea que las tarjetas de crédito o débito no sirven para nada. Fuimos corriendo al cajero automático a sacar el efectivo, pagamos el refrigerador y salimos de ahí con la promesa de que sería entregado en la casa a las 2 de la tarde.
A las 10 en punto llegaron los nuevos inquilinos a firmar el contrato. Y lo que sería cosa de unos minutos se extendió hasta las 12 pues hacían mil preguntas, recorrían la casa de un lado a otro, nos contaban de su pasado, presente y futuro....
Al fin se fueron satisfechos con la casa y nosotros con la firma del contrato.
Rápidamente puse la mesa, hice el arroz y esperamos a J y M, una pareja de amigos muy queridos que nos prometieron vernos para el almuerzo, ya que tenían que ir a dejar a sus padres al aeropuerto y a la vuelta pasarían con chuletas y todo, a la casa.
Al ser casi las dos de la tarde y no tener noticias de ellos, llamé a mi amiga M a su celular, y me cuenta que ya casi llega a nuestra casa, pero que viene con sus padres, porque el vuelo estaba sobrevendido y no encontraron campo en el avión. Pero que las chuletas alcanzan para todos. Llegaron entonces, perrito incluido, pero resulta que las chuletas no se podían cocinar porque todavía venían congeladas. Además al señor padre de M, le dió un ataque de asma y se le agrabó con el olor de la pintura. Estabamos entonces en la casa, Edu y yo, J y M, sus suegros y el perrito y la cuadrilla de los 3 pintores.... cuando llega el camión con el refrigerador. El señor que traía el encargo tenía como cien años... y si no es por los pintores no hubiese habido quién bajara el paquete del camión, lo pasara por la sala donde estaban las visitas sentadas -perro ladrando incluido-, jejeje.
Por miedo al asma del señor padre y porque era evidente que el almuerzo se había echado a perder, nuestras visitas se fueron rápidamente. Una suerte porque a los pintores se les acabó la pintura y hubo que ir a comprar antes de las cinco, porque a esa hora se cerraba el almacen.
Se fueron los pintores a las cinco y media porque empezó a llover.... y empezamos a preparar las maletas. Acabamos de constatar que llevamos más de las que nos están permitidas, por lo que mañana tendremos que hacer un reacomodo.
Total, que mientras se terminan de descongelar las chuletas, nosotros no hemos comido en forma en todo el día, estamos agotados y yo les escribo este blog para que vean cómo suceden las cosas porque sí.

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