domingo, abril 08, 2007

Otro más!!


Dice nuestro amigo Jorge, el argentino, que él aprendió lo que era un animal hasta que llegó aquí a Montréal y tiene razón. Aquí, los animales sí son animales, tienen derechos casi, casi como las personas. Algunos viven mejor que muchos de nuestros niñitos latinoamericanos.

Desde que Lolo vive con nosotros (nuestro periquito Toui Celeste) los expertos en psitácidos que escriben en el foro, me han dado muchas lecciones de cómo bañarlo, cómo nutrirlo y cómo educarlo. Cómo debo dejar que su personalidad de pajarito tropical aflore en todo su esplendor, aunque estemos en Montréal a menos 7 grados y encerrados en un apartamento calentado artificialmente y que no recibe ni la cuarta parte de radiación solar que recibiría nuestro Lolo, si viviera en su hábitat natural.

Me han recomendado el tipo y colores de los juguetes que debo meter en su jaula (y cambiarlos regularmente para estimular la inteligencia de mi pajarito); la cantidad y tipo de frutas que debo agregar a la dieta de semillas, concentrado y verduras; la cantidad de tiempo que debo dedicarle a ensenarle las normas mínimas de convivencia (para luego empezar con las clases de vocabulario).

Asisto con alguna frecuencia a discusiones en el foro sobre si hay o no que cortarle las plumas de las alas a los pericos, loras, lapas o guacamayas, o si la medida es demasiado traumática para sus sensibles personalidades; si la temperatura del agua del bano debe o no exceder los 39 grados;

si es conveniente pagar un servicio de hospedaje para los pericos cuando uno sale de viaje o es mejor que alguien los asista en casa, para que no sientan enormemente la falta del amo.

Creen que estoy exagerando, verdad? pues no. Lo último fue que el servicio "La alternativa" que tiene registrados (no se cómo pero me lo imagino) mis datos personales, me ofreció en adopción otro periquito de la misma especie que nuestro Lolo, cuya dueña no quería tenerlo más pues el animalito no llenaba sus expectativas (los touis le tienen un miedo ancestral a las manos humanas, asi que hay que acariciarlos con la nariz -que es lo más parecido que tenemos a un pico-.

Para mi sorpresa, todos los miembros de la familia aceptaron a Toutí, que es ahora compañero inseparable de Lolo y en este momento reposan los dos, tranquilamente, sobre mi hombro.

Yo no me hago líos: son mis compañeros de estudio, me divierten sus cantos durante mis largos ratos frente a la computadora, me gusta observarlos e inventarles pequeños juegos.
Pero no son personas. Y no lo serán nunca. Así que yo no tengo, con respecto a ellos, más expectativas de las que ellos tienen para conmigo: vivimos juntos, eso es todo.

Ayer me mandaron un vídeo con imágenes espantosas del dolor que sufren los animales que matamos los seres humanos , ya sea para comer, para aprovechar sus pieles o en experimentos científicos. Al final, trataban de convencerte que sufren tanto estas criaturas que hay que dejar de matarlos.
Yo no supe qué pensar: al fin y al cabo tendríamos que tener el mismo respeto por las plantas, no? y entonces qué comeríamos?
Pero eso no tiene importancia, lo importante es: cuáles son los intereses de los productores del vídeo?