En estado de shock

Me tardé un poquito en escribir porque estaba ocupadísima y muy triste.

Regresé a la casa, nuestra querida casa de Costa Rica. Será la base de operaciones para el equipo de investigación que me acompañará todo este mes.

La casa que quedó amueblada cuando nos fuimos, ha estado alquilada durante estos cuatro años, a parejas de extranjeros, estudiantes, familias costarricenses, y debo decir en honor a la verdad que nadie ha robado ni un alfiler. Ni uno de los cuadros, ni una cuchara, ni un mueble. La última inquilina, una mujer quebecense que trabaja en Costa Rica, se fue el mismo día que llegamos.

Aunque a mi casa no le faltaba nada, me la encontré descuidada. Quiero decir, no soy una maniática de la limpieza, pero me gustan las cosas limpias y ordenadas. Me encontré las cortinas empolvadas, las ventanans sucias, el fregadero lleno de sarro,

los baños... bueno, de sentarse a llorar. Y eso fue lo que hice.

Llorar y limpiar, claro.

Debo añadir que soy una amiga de las plantas. Me encanta la naturaleza generosa y siempre me he rodeado de plantas. Pero de eso a dejar que dañen puertas, ventanas, pintura de las paredes o el enrejado, es mucho. Yo sé lo que es un jardín tropical y cómo hay que dedicar horas para que podamos convivir con él sin invadirnos. Pues mi querida inquilina, no sólo dejó que el jardín se convirtiera en un bosque primario sino que le ayudaba, poniendo a "hijear" plantas en mis copas de cristal y usando de maceteras mi tazas de té.

Todavía no está como debe, pero llevo cuatro días de 16 horas de "menage".

Todavía falta mucho por hacer, pintar y limpiar.... ufff eso se sumará al trabajo de la tesis.

No sé qué vamos a hacer cuando termine el mes de agosto y debamos regresar a Montreal. Necesito saber que mi casa queda en manos de alguien que la quiera y la cuide como yo.