Mi mamá y yo

Ha pasado casi un mes desde mi último post. No he escrito porque he estado muy, muy ocupada. Me vine de Albany con el tiempo justo para arreglar el jardín y dar vueltas por la casa, después de dos meses de estar fuera. Debo decir, en honor a la verdad, que las chicas hicieron lo propio y -aparte del jardín, que es mi territorio particular- la casa estaba super limpia y ordenada.

Llegó mi hermana con su esposo acompañando a mi mamá. Pasamos dos semanas estupendas haciéndoles conocer Montreal y Quebec y teniendo las conversaciones que habíamos perdido durante los cuatro años que tengo de estar fuera de Costa Rica. Hablamos mucho, caminamos y comimos mucho, nos acompañamos sobre todo.

Mami, al final de las dos semanas decidió prolongar su estadía. Estamos ahora disfrutándola y conociéndola de nuevo, porque yo dejé de vivir con ella cuando tenía 25 años: me casé y nunca más... Las chicas prepararon 130 preguntas que querían hacerle a su abuelita. Tomamos un video con las respuestas que nos dió. Habló poco. Claro y directo. Satisfizo la curiosidad de las nietas pero no fue más allá. Y eso estuvo muy bien.

Ahora, estamos estableciendo nuevamente la rutina de la casa, a la que ella logra integrarse de maravilla.

Aparte de todo, está aprendiendo a usar internet, ya logra ver en youtube los capítulos de las novelas mexicanas y colombianas que le gustan, tiene su propia cuenta de correo electrónico y chatea con los nietos que están allá.

Lee las noticias de La Nación. Aprende rápido y disfruta de los nuevos conocimientos. Sólo eso, habla muy bien de ella, a sus 76 años.

Bueno, eso. QUe estoy de luna de miel con mi mamá y cada vez constanto cuánto me le parezco. Y cuántas cosas hago porque ella me las enseñó aunque yo no esté consciente de ello.