El tiempo pasa volando, la vida pasa volando!! Hace exactamente un año, estaba en lo peor del tratamiento de quimioterapia. Cuando me tomaron esta foto, ya había perdido todo el pelo, ya había sufrido no sé cuántas sesiones de líquidos inundando el cuerpo, estaba totalmente débil y en cama 24 horas sobre 24.
Hoy, un año después, estoy haciendo mi tesis, viajando, compartiendo con gente linda. Pero sobre todo llenísima de planes para el futuro. Eso no tiene precio. Yo sé que los científicos que están luchando contra el cáncer lo saben también. Cuando mi parco onco-cirujano decidió que la mejor combinación de fármacos era una mezcla de quimioterapia tradicional (epirubicina más cyclofosfamida) seguida de docetaxel más trastuszumab (Herceptin) y bebacizumab (Avastin), sabía a lo que le estaba apostando. Cuando vimos la disminución del tumor de manera impresionante durante los seis meses de quimioterapia, era realmente un alivio pensar que todos los efectos secundarios eran soportables si había una mejoría tan grande.
Y finalmente, cuando recibimos el informe de patología, luego de la operación, diciendo que lo que quedabe era tejido muerto, sin células cancerosas, yo no me lo podía creer. No quedaba nada!!....
Ahora que sólo queda una última dosis de Herceptin con Avastin, como preventivos, me detengo un momento para agradecer a muchísimas personas que han estado a lo largo de todo este proceso. A algunos los conozco. A otros no. Los que decidieron apostar por el desarrollo de Avastin, que invierten su dinero en un azar como lo es el desarrollo de nuevos fármacos, a quienes se prestaron en ensayos clínicos anteriores, sabiendo que los efectos secundarios todavía no estaban medidos y que estos podrían acelerar su muerte y a pesar de eso prestaron sus cuerpos para hacer avanzar la ciencia médica, a los equipos de investigación de todo el mundo que desarrollan los protocolos que permiten probar una y otra vez estos medicamentos, a las instancias de salud que aprueban estos experimentos, a sabiendas de que el riesgo siempre existe, a quienes pagan por un tratamiento que yo no hubiera podido pagar por mis propios medios, a las enfermeras, técnicos de laboratorio y farmacéuticos que han trabajado con ética profesional siempre. A mi equipo médico: oncólogos, cirujanos, radiólogos, mi sonriente enfermera que han tomado las decisiones precisas en el momento preciso. A mi familia que me ha acompañado hasta hoy con mensajes de aliento y de apoyo, a mis amigos -los que están cerca y los que están lejos-, a mis hijas, a mi esposo.
He visto morir en este año dos amigos con cancer que recibieron el diagnóstico casi al mismo tiempo que yo. Otros dos, están con tratamientos paliativos porque ya no es posible salvarlos.
Entiendo perfectamente la dimensión de lo que significa para mí estar viva hoy.
Y no me queda otra actitud que estar infinitamente agradecida. Y desear que algún día, estos tratamientos estén al alcance de todas y cada una de las mujeres que padecerán cancer de seno.
Cerrar el capítulo y seguir adelante con mi vida, se va haciendo cada vez más fácil. Pero es un proceso que tomará aún algunos años. Me resta todavía terminar la última dosis de anticuerpos monoclonales, que me retiren el cateter implantable que tengo en el pecho, y pasar las revisiones que me harán cada seis meses durante los próximos cinco años. Las cicatrices estarán ahí, cada vez más borrosas, solamente para recordarme que pasé por esta experiencia que me dejó como lección la fortaleza y la indulgencia.
Ya le he prometido a la vida, pagarle esta oportunidad de mil maneras....pero esa es otra historia.
Hoy sólo cierro con una hermosa palabra: GRACIAS!!