domingo, diciembre 14, 2008

El cuerpo habla


Lentamente, muy lentamente, mi cuerpo se recupera. Ya tengo pelo suficiente para despeinarme, mis uñas están ligeramente más fuertes, las neuralgias del trigémino son menos frecuentes. Todavía me duelen las piernas cuando me pongo de pie, pero ya no la cintura.
Siento más energía para arreglar la casa para navidad, me dan ganas de palear la nieve, salgo a caminar...
Si me pongo a pensar en mi edad, es normal que mi miopía congénita se haya detenido, y que empiece a tener problemas para leer. Quisiera creer que la presión arterial y el azucar en sangre ligeramente elevados, son consecuencia de la quimioterapia, pero también podrían ser hereditarios o causados por unas cuantas (muchas?) libras de más.
En todo caso, ya no tengo cinco años, no es verdad??
Aparecieron las primeras canas, las primeras arrugas al lado de los ojos, la piel pide a gritos su dosis de hidratante todos los días.
Hasta hace un año, yo era absolutamente indiferente a todos estos cambios. Ha sido el cáncer quien me ha enseñado a prestar atención. A escuchar cuándo necesito más agua, más calcio, más fibra. Yo no sé si esa hipersensibilidad será pasajera o no, lo que sé es que soy más consciente de mi cuerpo... Tampoco sé si mi menstruación volverá algún día.
A ratos me olvido de que tengo prohibido alzar más de 15 libras con mi brazo derecho (al haberme quitado los ganglios, es susceptible de acumular linfa). Mi seno todavía sensible por la radioterapia, me obliga a tner cuidado para no golpearme. A veces me molesto porque necesito dormir un poco más por las mañanas. Tengo que tener paciencia y escuchar a mi cuerpo. Ya no tengo cinco años, no es verdad?? Y a ratos me aterra pensar que no seré la misma nunca más.
En todo caso, ya no tengo cinco años... Y nunca más los tendré.

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