sábado, febrero 05, 2005

El sábado de ayer

La tarde de ayer fue extraña. Mientras una chica se fue de fiesta a dormir donde las amigas, la otra se ha quedado en casa...formalita, y me ha pedido que hagamos empanadas de piña, y mientras amasamos y llenamos las empanadas conversamos: el lunes empieza su último año de secundaria, y con los dedos llenos de harina trata de acomodar sus hermosos colochos negros. De pronto, abre mucho los ojos y dice: “Mami, te das cuenta que ya voy a ser adulta?. Yo no quiero ser adulta.... Y la abrazo y le quito un poco de mermelada de sus mejillas y le digo: “Siempre serás mi chiquitica...”. El sol entraba oblicuo por la ventana de la cocina y se colaba entre los geranios, y el olor de mermelada inundaba la casa. Me detuve un momento frente a las cajas de cartón que ya empieza a apilarse en la oficina, con sus rótulos: “Caja No 5. Novelas Antiguas” “Caja NO. 8 Libros de Educación”.
Ya empieza a verse vacía, impersonal, la casa. Eduardo ha limpiado sus cosas y ha dejado listo lo que deberá caber en dos maletas... El resto lo sigo empacando yo, durante los meses que quedan...
“Mami, y cómo es ser adulto allá? No tengo idea de cómo se divierte la gente en ese país....” Yo tampoco. No tengo idea alguna.
De pronto, suena la música de boleros cubanos que Eduardo ha puesto y desde mi rincón, puedo verlos bailar ...mi chiquitica, mi marido, bailando boleros mientras él le cuenta todas las cosas lindas que verá allá.

Un sábado extraño, sin duda.

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