martes, octubre 04, 2011

Pot pourri

Es ya octubre y el tiempo pasa como las primeras ráfagas de viento que nos traerá inevitablemente el invierno.  Me habría encantado escribir antes pero como siempre, no encuentro tiempo.

Muchas cosas han cambiado en este año que parece que empiezo a despedir antes de Navidad.  Eso no es normal.  Es siempre alrededor de Navidad y del Año Nuevo que vuelvo a ver hacia atrás a ver la cosecha... pero esta vez me adelanto, vayan ustedes a saber por qué.

Probablemente, porque terminé los estudios, o porque Mariana, que también los terminó, decidió que ya no viviría más con nosotros, o porque Rebeca recomenzó sus estudios en la Universidad, o porque Eloína lo ha pasado en el hospital más tiempo que en su casa, o porque Edu y yo hicimos un viaje maravilloso a la cuna de la civilización occidental  (les pongo una foto de Griffoul, antiguo castillo de vinos donde pasamos las vacaciones)...O tal vez el trabajo que me absorbe tanto que sufren los pericos, y el jardin, el árbol genealógico y las tardes de cocina, y el blog, claro...

Todo eso en menos de un año, qué barbaridad, y después dicen que hay que ser adaptable... pero es que la vida te sorprende a cada paso que das y no se detiene la bandida...

Yo me prometí leer menos noticias, porque me ponen ansiosa, sobre todo porque en América Latina no se resuelve nada y cada vez se enreda más la cosa, porque en Estados Unidos, al presidente le quedó grande la camisa, y en Europa no saben cómo enderezar a los descarriados.

Me dedico, en mi tiempo libre, que escasea por culpa del trabajo que me apasiona, a tomar fotos, a leer novelas variopintas de autores con nombres impronunciables, a organizar encuentros de la familia y a vivir los primeros síntomas de mi menopausia, que no es poco.

Ya pronto vendrá el frío, y la nieve y los días cortitos.  Las fiestas en familia y los encuentros llenos de sonrisas.  Veremos qué nos depara el 2012 que según algunos será el último.

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