jueves, agosto 28, 2008

La fiesta de Edu


En realidad éramos 32 personas. La pierna de cerdo quedó de chuparse los dedos y Marcel le hizo los honores partiendo las tajadas finas y tiernas que desaparecían a medida que las iba colocando en el plato. La olla freidora decidió lanzarse en huelga, y si no hubiera sido por la inestimable ayuda de Patricia, la yuca frita no hubiera quedado como quedó: suave y crujiente a la vez. El picadillo de plátano resultó un éxito y las ensaladas no tardaron en desaparecer. Cantamos tangos argentinos, corridas mexicanas, algunas tonadas de Quebec. Bailamos el cumpleaños feliz en tono de conga, apagamos las velitas del queque (una deliciosa combinación de mango y frambuesa). Los chiquiticos corretearon por el jardín y la casa, y los padres apurados trataban de lidiar con ellos (Gracias Francesca, Rebeca y Esteban, por recordarnos lo que es la esperanza).

Abrimos los regalos: un hermoso juego para beber sake, una cafetera italiana, una importante provisión de vinos, entre otras cosas que ya no recuerdo. Edu hizo su discurso, mitad francés, mitad español y un hermoso brillo en sus ojos agradecidos y contentos.

Los que se encontraban más a gusto, terminaron la fiesta con pisco chileno y cantando "Bésame muuuuchooooo".

Una vez más, me digo, me convenzo de que los amigos y la familia, son un tesoro muy valioso.




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