miércoles, junio 22, 2005
Con el tiquete en la mano...
Así que lo tiré sobre el escritorio, parece que ya cobraron conciencia...hasta hoy se dieron cuenta de que es real. Y me han aflojado un poco. Ya pude liberar algunos asuntos, para concentrarme en lo que queda antes de partir: despedirse de la ciudad y sus rincones, hacerle promesas de vuelta, ir a la playa para marcharse en paz con el mundo, dejar las chicas y la lora acomodadas, cerrar la casa y abrir el alma..despedirme de los míos -sobre todo de papá que teme que no nos volveremos a ver- de los amigos de trabajo, de las compañeras de colegio, de los vecinos.
Tendré algunos días para vivir con intensidad toda la nostalgia que precede a la partida.
domingo, junio 19, 2005
Pedirle peras al olmo
Desde que tengo uso de razón siempre le he pedido peras al olmo. Y el dichoso olmo siempre me las ha dado. Es un asunto de fe. Y la fe –según dicen algunos- es un don. Hay que desear mucho, mucho, las tales peras y hacer una fuerza mental impresionante para que aparezcan. Pero al fin y al cabo, más tarde o más temprano, la pera aparece. Y a veces son cosechas abundantes.
También hay que saber pedir las peras. No se puede pedir una pera en particular: -“la quiero rosadita, sin semillas y bien madura”. Eso no está bien. Hay que permitirle al olmo darnos la pera que le pueda salir, al fin y al cabo esa no es su vocación.
Por eso es mejor, tímidamente decirle al olmo: “mira chico, tengo hambre, hazme uno de tus milagritos”. Y guiñarle un ojo. Nuestro olmo sabrá reaccionar –puede ser que nos haga esperar un poquito, al fin y al cabo tiene su orgullo- pero aparecerá lo que necesitamos.
Siempre es así. Así es la fe.
Y no puede explicarse.